“Se llamaba Víctor Aytor Iturralde Rúa, a veces firmaba como VAIR, y fue realizador, animador, documentalista, docente, escritor, crítico, erudito, investigador, historiador, cineclubista, anarquista, bohemio. Ya en 1962 un artículo sobre él declaraba “Su labor es vastísima”, y desde entonces ésta no hizo más que aumentar proporcionalmente. Sólo lo detuvo la enfermedad, que en los últimos años fue apagándolo de a poco. Muchos le debemos nada menos que la conciencia de nuestra vocación, ya sea por haber asistido a los muchos cineclubes para niños que coordinó, a las innumerables clases que dictó, a los talleres de animación que dirigió o al legendario programa de TV Cineclub Infantil, que creó y condujo. En esos y en otros espacios se dedicó a la difusión sistemática de material no convencional. Documentales, films de animación independiente,cine mudo primitivo y obras abstractas   de todo tipo obligaban a sus espectadores a redefinir lo que consideraban cine. Como buen librepensador, Iturralde privilegiaba aquellos films en los que la creación artística pura se demostraba tan posible como en la pintura o en la literatura, es decir, prescindente de las ataduras industriales y comerciales. Al mismo tiempo, enseñaba que el cine entendido de ese modo también era de realización accesible para cualquiera y apostaba al estímulo de la imaginación, la curiosidad, los valores humanistas, la comunicación. El arte y el conocimiento como caminos directos hacia una verdadera libertad individual” – Fernando Martín Peña.

CREADOR DE CINECLUBES INFANTILES

En 1956, con un amigo de su barrio, Floreal Seijas, armó el Recreo Infantil La Calesita, inspirado un poco en la experiencia de la educadora y cineasta parisina SONIKA BO  y, sobre todo, en la Escuela Viva de las maestras rosarinas Olga y Leticia Cossetini a las que años después evocara Mario Piazza  en su documental La escuela de la señorita Olga.

Así, entre dibujos, cantos y plastilinas, fue elaborando su idea de cine clubes infantiles, con filmes pensadas para los chicos, y funciones donde estos se sintieran realmente contenidos, gracias a un ambiente cordial, con recursos tales como reemplazar la oscuridad completa por la penumbra, convertir la sala en un barco pirata, poner a todos los chicos a soplar al mismo tiempo para probar cuánto aire cabe en los pulmones.

Tener un conductor que charla con ellos, recibe sus comentarios, y los orienta para distenderse, aprender más del mundo que nos rodea, elaborar artísticamente lo que han visto, etc. Así en Buenos Aires y alrededores surgieron, algunos en barrios residenciales y otros en villas miserias de Quilmes y Solano, El duendecito, La casita, Pla Pla, Platero, Mamarracho, Miranda y Mirón, Casimira, Muni Muni, El Principito en la Biblioteca Mariano Moreno de Bernal, e incluso hubo cineclubes para niños con discapacidades, y pudieron ver cine cientos de niños de todo el país que, en la mayor parte de los casos, nunca habían ido a una sala cinematográfica.

En su labor fue teniendo ayudantes y discípulas, como Irene Blei  y Lucía Cano, con su Taller de Cine El Mate.

VICTOR ITURRALDE RUA

En 1979, en plena dictadura, hizo posible la fundación y permanencia del Cineclub Jaén (en la biblioteca anarquista José Ingenieros), que resultó ser el segundo cineclub en longevidad de Buenos Aires, después del CINECLUB NUCLEO . Él atendía a la policía que llegaba para prohibir las funciones y los convencía de que allí solo se pasaban «dibujitos animados».

En los 1980 trabajó casi ad honorem para difundir gratis los sábados y domingos y en vacaciones filmes de calidad con alto nivel intelectual y traduciendo muchas veces las películas dedicadas al público infantil, tal labor y obra la realizó en las Salas A-B y Enrique Muiño del Centro Cultural General San Martín que correspondía a la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires.

Fue nombrado profesor de Historia del Cine en la Universidad, a la que llegaba de zapatillas y remera, cargando con el pesadísimo proyector de 16 mm, la pantalla plegable y las latas de películas de Georges Méliès que traía desde su casa.

Estuvo en TV desde La luna de Canela (programa cultural dedicado a los niños) con Canela, hasta Cine Club Infantil que hizo durante tres años (fines de los años ’70) con Mario Grasso por Canal 13 y Taller del sol por el mismo canal (1984). Durante el año 1984 realizó en Canal 7 otro ciclo para niños Aquí la ventana. Años más tarde en el mismo canal colaboró en el programa de Hugo Midón Vivitos y coleando (1898). Colaboró también el sábados circulares de Nicolas Mancerfa   durante los años ’70 y en Badía y Cia también por canal 13. En 1990 estuvo de asesor junto a Paraná Sendrós en el programa Caloi en su tinta que se transmitía por ATC basado en proyecciones de cortos con comentarios del célebre humorista gráfico Caloi  donde programaba emisiones para chicos.

Dando clases

Hizo conocer y difundió el cine en los muchos cineclubes para niños que coordinó, las innumerables clases que dictó, los talleres de animación que dirigió o los programas de televisión que creó y condujo.

Mucho del material que utilizaba era no convencional: documentales, filmes de animación independiente, cine mudo primitivo y obras abstractas de todo tipo, que obligaban a sus espectadores a redefinir lo que consideraban cine. Privilegiaba películas en las que la creación artística pura se demostraba tan posible como en la pintura o en la literatura, es decir, prescindente de los condicionamientos industriales y comerciales. Predicaba que el cine entendido de ese modo era de realización accesible para cualquiera y apostaba al estímulo de la imaginación, la curiosidad, los valores humanistas, la comunicación: El arte y el conocimiento como caminos directos hacia una verdadera libertad individual.

RESUMEN:

La trayectoria de Víctor Iturralde (1927-2004) es hoy reconocida en Argentina en campos tan diversos como los estudios de cine, el cineclubismo, la animación experimental, la investigación en comunicación, la literatura infantil o la gestión cultural orientada a los niños. Su trabajo constituye un eslabón fundamental en el desarrollo y la transmisión de tradiciones artísticas, culturales e intelectuales en general ubicadas en los márgenes de (o en oposición a) las instituciones tradicionales y los medios masivos.

El bramido horripilante1 (1987)

Cada línea de esta peculiar autobiografía encierra muchos años de experiencias en los mundos de la cinefilia, el cineclubismo, el periodismo, la publicidad, la investigación de cine, la divulgación, la realización cinematográfica y televisiva y, sobre todo, el trabajo con y para niños. Dejamos aqui como comienza a presentarse Víctor Aitor Iturralde Rúa (VAIR) en las páginas finales de su novela El bramido horripilante1 (1987).

«Cuando muchacho empecé a estudiar Química en la Facultad. Lo hice porque me resultaba simpático trabajar con materiales, hacerlos cambiar de color, de estado. Quizás pudiera hallar una sustancia desconocida hasta el momento: ¡ser un descubridor!Tenía un profesor fascinante, mezcla de sabio con prestidigitador: era un viejito dedicado, que hacía experimentos a la vista de sus alumnos, ¡Y le salían bien! ¡Qué placer estar en sus clases! Nosotros en un aula grande, él al frente, moviendo matraces, probetas, calentando líquidos, agitando soluciones rojas y azules, introduciendo papelitos en los frascos para lograr que lo que era amarillo se convirtiera en violeta, o saliera humo violento, y se produjera una ligera explosión. Él sonreía pícaramente detrás de sus anteojos mientras explicaba, mientras daba las claves de sus sortilegios, y nosotros escribíamos en los cuadernos sin perdernos uno solo de sus hechizos.Pero para llegar a la Química había un largo trecho, poblado de números, electricidad, barómetros complicados, estudios sobre vibraciones. La meta estaba lejos. UN DIA CONOCI EL CINE!!Otra vez la magia, pero ahora envolviéndome, haciéndome parte de ella. Imágenes, mundos maravillosos, proyectores, sombras, el triquitrí de los mecanismos, el olor de la película vieja. Hasta que aprendí a hacer dibujos animados. Ahora el mago era yo. Fue entonces cuando pensé: ¿para qué estudio? A mí no me interesaba descubrir verdades. Pero en esos momentos no había muchas instituciones en las cuales se pudiera investigar. Me quedaba la posibilidad de trabajar con un microscopio (como lo había hecho mi madre, que me regaló uno de juguete). Pero para esto no necesitaba pasarme años en la Facultad. O bien podría poner un laboratorio y fabricar drogas (en casa muchas veces había ahuyentado a mi familia con las emanaciones o gases tóxicos de mis experimentos). Peor, para esto necesitaba dinero, capital. ¿Y si tenía dinero, no podía usarlo en otra cosa? Dejé la carrera, seguí enamorado del cine. Desde entonces hago cine, escribo un poco, o doy clases. O viajo por otros países y conozco gente linda. Y oigo hablar en ruso, francés, alemán, finlandés, vietnamita, inglés, italiano. O escucho hablar con el agradable cantito que emplean los colombianos, los bolivianos. Y me encuentro con muchos argentinos de Salta, Trelew, Misiones, Córdoba, Tucumán.Observé que en mi país el cine que consumen los niños podría ser mucho mejor. Pero ¿acaso existe un cine mejor?Sí. Sí que existe. Yo lo vi. Es un cine bello, abundante, original. Por eso me ocupé de conseguir estas películas mejores, para luego difundirlas, proyectarlas a los chicos. Y fundé cine clubes infantiles en los cuales podría exhibir estas cintas, rodeado por muchos pibes, y podría verlas de nuevo, y hablar sobre ellas, y jugar, y pintar, evocarlas con placer. Y llevé esta iniciativa a la televisión, donde mostré películas, hablé con los chicos sin pedirles “un fuerte aplauso” para este muñeco o para este televisor, y les expliqué cómo es la magia de la televisión, cómo se realizan algunos trucos de cine (como el profesor viejito).»

A poco más de diez años de su muerte, por desgracia, el tamaño de la obra de VAIR sólo se compara con la enorme dificultad para acceder a ella: sus libros se encuentran agotados y sus realizaciones audiovisuales se han perdido o son prácticamente inhallables. Tampoco se encuentran disponibles sus producciones televisivas, ni han sido reunidas las colaboraciones periodísticas y críticas que publicó en múltiples medios gráficos, ni existe, más allá de sus propios libros, un racconto de las diferentes experiencias de enseñanza, divulgación y cineclubismo para niños y adultos que Iturralde desarrolló durante medio siglo.

ENCUENTRO LUIS BRAS Y VICTOR ITURRALDE RUA

El impacto de su incansable trabajo es hoy innegable y puede comprobarse en el testimonio de los numerosos hombres y mujeres del arte y la cultura que lo reconocen como pionero y maestro.

En un homenaje realizado en 2011 en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires3, Fernando Martín Peña definió a VAIR como “realizador, animador, documentalista, docente, escritor, crítico, erudito, investigador, historiador, cineclubista, anarquista y bohemio”.

Ya en 1962 un artículo sobre él declaraba que “su labor es vastísima”, y desde ese momento siguió creciendo de manera sostenida a lo largo de décadas, en las que publicó varios volúmenes, tradujo otros, dictó conferencias, cursos y talleres a lo largo de todo el país y el exterior, fue jurado en diferentes certámenes nacionales e internacionales, participó en los dos cineclubes más importantes de la Argentina, realizó documentales y cortometrajes animados con diversas técnicas, logró construir lentamente un archivo fílmico de obras para niños y adultos, montó cineclubes infantiles y muestras itinerantes, practicó el periodismo en medios masivos y especializados y llevó adelante diferentes ciclos televisivos. En 1981 recibió el Diploma al Mérito de la Fundación Konex. Seguiría trabajando luego al menos por dos décadas más.

Víctor Iturralde nació en el barrio de Flores de la ciudad de Buenos Aires el 6 de agosto de 1927. Como mencionaramos anteriormente en su juventud estudió Química en la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires, donde fue compañero del Premio Nobel César Milstein, pero pronto abandonó sus estudios para abocarse al cine, en el que se formó de manera autodidáctica a través de la lectura de libros y revistas de cine, y de charlas y seminarios dictados por referentes de la talla de Leopoldo Torre Nilsson, Pablo Tabernero o Isidro Maiztegui. A mediados de los cincuentas ya había logrado concretar varios cortos de animación y algunos trabajos de cine publicitario.

COPETE Y CORTOS ABSTRACTOS DE VICTOR ITURRALDE /Fernando Martín Peña.

Iturralde despreciaba al cine comercial lleno de lugares comunes y en cambio hacía conocer a una cinematografía genial no comercial como las películas El globo rojo, de LAMORISSE, o EL GOLEM de Paul Wegener ,Nosferatu,de Murnau, o Codicia (Greed traducida a veces como La avaricia ), de Erich Von Stroheim o las películas dePreminger , o las obras del neorrealista de la India Pather ,Panchali como Aparajito , o las primeras ciencias ficciones surrealistas avant la lettre de G. Meliès, o las obras de cineastas checoslovacos como Frantisek Vlacil  etc. que nunca eran pasadas por circuitos comerciales o las obras pioneras en animación mezcladas con humanos actuando como Ladys and Gentlemans! y otras del canadiense Norman McLaren.

Trabajando

Muchas veces para lograr esto recorría embajadas en las que lograba que se le cedieran «rollos» de filmes de gran valor despreciados por el público masivo, del mismo modo se especializaba en reparar las cintas de celuloide que encontraba con algún defecto. Del mismo modo, logró recuperar algunos rollos con filmes de un contenedor de basura que fueron arrojados durante el (según él, provocado) incendio de la Cinemateca Argentina

Fuentes: Internet y Blogs / Videos de Youtube : Copete y cortos abstractos de Víctor Iturralde – Filmoteca /

LA CALESITA AZUL